viernes, 17 de mayo de 2013

La vida después de ser Erasmus



Ya se que he tenido esto abandonado un par de semanas, pero no he encontrado tiempo material para crear una entrada nueva, a pesar de que tengo dos o tres temas preparados. No os preocupeis, cuando acabe las clases y disponga de algo más de tiempo libre intentaré revitalizar esto con mayor continuidad. Mientras tanto, os dejo un artículo/reportaje que hice para la universidad, hay que rescatar algunos escritos viejos de vez en cuando. Espero que os guste.


La vida después de ser Erasmus

Cada año, esta beca de estudios le da un nuevo giro a la vida de cientos de jóvenes

Todos los años, miles de jóvenes de toda Europa solicitan una beca erasmus con la intención de cursar parte de sus estudios universitarios en un país que no es el suyo. No todos los solicitantes la consiguen, pero los afortunados que logran disfrutar de esta beca, normalmente a su vuelta, no son los mismos que se fueron meses atrás al extranjero, sin saber que les esperaría al bajarse del avión en el país de destino.

Quien más y quien menos ha oído hablar de la beca erasmus, bien por un amigo o familiar que se ha ido, por leerlo u oírlo en televisión o por simples comentarios. La idea más extendida es la de que irse de erasmus es como irse de vacaciones pagadas al extranjero durante un periodo que oscila entre tres y nueve meses, donde priman las fiestas, viajes, infinitas celebraciones acompañadas casi siempre por el alcohol y que lo de estudiar es un cuento chino.

La Beca Erasmus

Este programa se puso en marcha en 1987 gracias a la asociación estudiantil Aegee Europe y promovida, y posteriormente apadrinada, por el Comisario europeo de Educación de la Comisión Delors. El nombre de esta beca, Erasmus, es el acrónimo en inglés de lo que se traduciría por “Plan de Acción de la Comunidad Europea para la Movilidad de Estudiantes Universitarios”. Este nombre fue creado para coincidir en su honor, con el nombre en latín del filósofo, teólogo y humanista Erasmo de Rótterdam.

Los Estados miembros de la Unión Europea están adscritos a este programa de intercambio de estudiantes, al igual que los tres países que forman parte del Espacio Económico Europeo (Islandia, Liechtenstein y Noruega), y además existen acuerdos especiales con Suiza y Turquía.

Esta ayuda está destinada a la enseñanza superior y consiste en otorgar cierta cantidad de dinero, que en el caso de España varía dependiendo de la Comunidad Autónoma del solicitante, a estudiantes y profesorado universitario de la Unión Europea, para cursar sus estudios (diplomaturas, licenciaturas, los actuales grados, másters y doctorados) en cualquier país del extranjero, en universidades adscritas al Programa Erasmus.

Su objetivo principal es, según su propia definición, “mejorar la calidad y fortalecer la dimensión europea de la enseñanza superior fomentando la cooperación transnacional entre universidades, estimulando la movilidad en Europa y mejorando la transparencia y el pleno reconocimiento académico de los estudios y calificaciones en toda la Unión Europea”.

Por otro lado, además de mejorar el sistema de enseñanza europeo y promover la movilidad de estudiantes entre países, otro de sus fines es dar la posibilidad a los jóvenes que la disfrutan de salir de casa y conocer otras culturas distintas, otros países y ciudades que, en algunos casos, sin esa ayuda económica para algunos resultaría prácticamente imposible.

Esta doble finalidad es la causante de que los jóvenes que se marchan, no sean exactamente los mismos que vuelven a sus casas meses más tarde. Normalmente los “ex-erasmus” suelen madurar como individuos, en mayor o menor medida, después de una experiencia como esta, que implica estar lejos de casa, de sus familiares, sus amigos y todo lo conocido, enfrentándose a una nueva ciudad, en un idioma diferente al suyo y con una relativa soledad ante un mundo nuevo y una cultura en muchos casos extraña.

Es normal que la idea de que la erasmus es una ayuda académica no convenza a muchas de las personas que no la han solicitado. Causa de esto es que, incluso los que si lo hicieron, antes de pedirla tampoco tenían una completa información sobre la beca. De una universidad a otra hay muchas variaciones en el tratamiento de la ayuda. Básicamente se conoce que dan una ayuda monetaria, que se aprueban asignaturas “con facilidad” y que se aprenden idiomas.

Vivencias y opiniones

Hasta este punto, la beca parece bastante institucional e interesante, pero no hay especificaciones sobre la cantidad de dinero a recibir, ni el tipo o cantidad de créditos que se pueden convalidar. Todos esos datos se reciben una vez conseguida la beca. Por el contrario, todo el que la pide, y los que han oído hablar de ella, saben que es una buena oportunidad para conocer sitios nuevos, relacionarse con gente de diversas culturas y países, y para los más despreocupados, es una buena opción para montar fiestas como las que se ven en las películas al estilo American Pie.

Los motivos que llevan a los estudiantes a pedir esta ayuda son muy diversos, cada cual tiene sus prioridades y deseos, pero normalmente suelen coincidir algunos. La juventud actual es más intrépida que la de nuestros padres, tienen ganas de salir de casa y ver mundo, a muchos no les importaría colgarse una mochila y comenzar un camino sin destino fijo, pero el problema siempre está en el dinero y el tiempo. Sin dinero, no se puede viajar, comer o comprar cualquier necesidad. Y por otro lado, sin tiempo libre, ya sea por estudios o trabajo, tampoco se puede viajar. Por esto esta beca es tan demandada, porque brinda dos cosas difíciles de compaginar. Da una dotación económica y no rompe la rutina del estudio, por que aunque sea otro país, el objetivo por el que se marchan es el de estudiar, ¿o no?.

Los jóvenes buscan en el extranjero la libertad que no suelen tener en casa. Quieren vivir experiencias nuevas, mejorar en los idiomas y conocer nuevas costumbres y culturas. Vivir en una ciudad a cientos de kilómetros del hogar les da esa posibilidad, es una forma de probar si son capaces de valerse por si solos fuera del nido.

Tanto se habla del programa erasmus, que antes de irse ya tienen una idea preconcebida. En gran parte de las ocasiones es buena, por lo que suelen contar amigos o familiares que en su día fueron erasmus, pero cuando vuelven podemos encontrar respuestas como la de Paula después de su experiencia en Finlandia, “fue mejor de lo que me imaginaba, creo que cuando te lo cuentan se quedan cortos”, o Sergio, extremeño de nacimiento y lituano de adopción, “no puede ser explicado con palabras, sólo la gente que estuvo de erasmus entiende que es lo que se siente”.

Cuando se les pregunta que hay de cierto y que es falso de lo que se cuenta sobre esta ayuda hay varias versiones para casi todos los tópicos, pero muchos de ellos coinciden, aunque siempre hay detractores. Para cubrirse las espaldas, sólo están casi todos los días de fiesta, remarcando ese “casi” para demostrar que también pueden ser responsables. También es cierto que estando de erasmus la vida es más relajada, que es una experiencia única e irrepetible donde se hacen amistades para toda la vida y en la que se practican idiomas.

Pero por el otro lado, desmienten el mito de que las asignaturas son fáciles y se aprueba sin asistir a clase. Algunos tienen que estudiar más que otros dependiendo del país, además de la dificultad de estudiar y hacer los exámenes en otro idioma. No todos los días son una fiesta, la distancia con la familia cuesta llevarla. Y en lo que todos coinciden es que el dinero, y la forma de pagos, no es como se comenta, según dicen, cuando lo vives es aún peor.

Dejando a un lado las ideas preconcebidas que se suelen tener, la beca realmente les aporta algo que en casa, o en la universidad que pisan todos los días, no pueden conseguir. Trabajar con personas de otros países capacita a nuestros jóvenes para adaptarse con más facilidad a cualquier labor, los hace más tolerantes o les aporta una perspectiva que antes no tenían. Esta ayuda es como una prueba, pone barreras que en muchos casos se superan con creces, como aprender idiomas partiendo desde cero o aprender otras costumbres y nuevas formas de trabajo al realizar actividades en grupo con personas de otras nacionalidades.

A pesar de las dificultades que se sufren, ya sea por la cantidad económica que reciben, por la mala gestión que ellos mismos hagan de ese dinero o por la mala comunicación entre universidades referente a los tramites necesarios, siendo estudiantes erasmus han tenido la oportunidad de viajar a lugares que no se planteaban hace tres años, vivir en el extranjero con una relativa libertad, mejorar en idiomas y conocer personas de otros países que se encontraban en su misma situación.

Secuelas Erasmus

Por otro lado, la erasmus a pesar de darles tantas experiencias buenas, también suele aportar una mala. Esta mala experiencia suele aparecer al final de su estancia y se la conoce como el “Síndrome Post-Erasmus” o “Depresión Post-Erasmus”. Volver a casa y reencontrarse con familiares y amigos después de meses en el extranjero debería ser un motivo de felicidad. Sin embargo, en muchos de los participantes de esta beca esa felicidad tarda en llegar debido al cambio radical de vida que sufren en pocos días.

Este fenómeno no está considerado como una enfermedad, oficialmente hablando, al igual que el llamado síndrome post-vacacional. Ambos son un cambio brusco del ritmo de vida, en el caso de la erasmus, se pasa de la libertad, la fiesta o la amistad continua a un escenario familiar, con obligaciones universitarias y un entorno de tranquilidad.

Los propios erasmus intuyen y saben identificar más o menos que síntomas acarrea este cambio brusco, incluso comienzan a hablar de él antes de volver a casa. Arancha Cueto, ex–erasmus en Francia, lo describe como una vuelta a la realidad que no queremos después de una vida idílica, o Paula del Pozo, como la sensación de añoranza de amigos, ciudades o costumbres.

Lo más difícil a la hora de readaptarse a la vida cotidiana de un “ex–erasmus” es la falta de libertad de la que disfrutaban en el extranjero, o incluso hablar en español y que los entiendan a la primera, los primeros meses es algo que choca un poco. Lo más duro son las amistades, gente con la que se ha convivido durante meses y que posiblemente no se vuelvan a ver en años. Sergio Álvaro lo compara con unas vacaciones en el Caribe con todo incluido, cuando se está tan a gusto nadie quiere volver a la realidad.

Readaptación y Preparación

Aunque añoran todas las experiencias vividas en esos meses, a sus compañeros de fiestas, anécdotas varias, tanto buenas como malas y los viajes y países que han conocido; también son conscientes de que la beca les ha ayudado a madurar personalmente. Los ha hecho crecer como personas, coger confianza, les ha creado una necesidad sana de seguir conociendo culturas. En definitiva, les ha hecho conscientes del espíritu de superación que tienen ante las adversidades y les ha abierto la mente a nuevas oportunidades y experiencias.

En cuanto al tema de su futuro laboral, algunos consideran que la beca les ayudará, que les hará destacar en el trabajo por las diversas aptitudes que han adquirido durante esta etapa de su vida, como puede ser el dominio de un idioma, o conocer técnicas que se emplean en otros países. Aunque otros lo ven como un simple adorno en el curriculum, y consideran que en España no se le da la importancia que esta beca se merece.

Quizá no les sirva para encontrar trabajo o para ayudarles a ascender, pero lo que si tienen claro es que si fuese necesario, volverían a salir al extranjero a buscarse la vida. Siempre se pueden buscar trabajos de verano en el extranjero, y si hay suerte encontrar un trabajo fijo a cientos de kilómetros de casa.

Lo que está claro es que un proyecto que surgió en un principio con un fin académico y de acercamiento entre países ha desembocado en un programa que no sólo forma a los jóvenes con los libros, sino también con las relaciones personales, las experiencias que viven en el extranjero, buenas y malas, y las dificultades que superan a lo largo del camino, haciéndolos crecer como personas y capacitándolas para el mundo que está por venir.

Se suele englobar a colectivos de personas por su ideología o aficiones, y creo que el colectivo erasmus es un nexo de unión entre todos estos grupos. De todos los “ex – erasmus” con los que he podido hablar, me ha llamado mucho la atención una frase que ronda en todo este colectivo erasmus, y dice algo así como “El que ha sido erasmus, por mucho tiempo que pase, seguirá sintiéndose como tal”.