Ya se que he tenido esto abandonado un par de semanas, pero no he encontrado tiempo material para crear una entrada nueva, a pesar de que tengo dos o tres temas preparados. No os preocupeis, cuando acabe las clases y disponga de algo más de tiempo libre intentaré revitalizar esto con mayor continuidad. Mientras tanto, os dejo un artículo/reportaje que hice para la universidad, hay que rescatar algunos escritos viejos de vez en cuando. Espero que os guste.
La vida después de
ser Erasmus
Cada año, esta beca de estudios le da un nuevo giro a la
vida de cientos de jóvenes
Todos los años, miles de jóvenes de toda Europa solicitan
una beca erasmus con la intención de cursar parte de sus estudios
universitarios en un país que no es el suyo. No todos los solicitantes la
consiguen, pero los afortunados que logran disfrutar de esta beca, normalmente
a su vuelta, no son los mismos que se fueron meses atrás al extranjero, sin
saber que les esperaría al bajarse del avión en el país de destino.
Quien más y quien menos ha oído hablar de la beca erasmus,
bien por un amigo o familiar que se ha ido, por leerlo u oírlo en televisión o
por simples comentarios. La idea más extendida es la de que irse de erasmus es
como irse de vacaciones pagadas al extranjero durante un periodo que oscila
entre tres y nueve meses, donde priman las fiestas, viajes, infinitas
celebraciones acompañadas casi siempre por el alcohol y que lo de estudiar es
un cuento chino.
La Beca Erasmus
Este programa se puso en marcha en 1987 gracias a la
asociación estudiantil Aegee Europe y
promovida, y posteriormente apadrinada, por el Comisario europeo de Educación
de la Comisión Delors.
El nombre de esta beca, Erasmus, es el acrónimo en inglés de lo que se traduciría
por “Plan de Acción de la Comunidad Europea
para la Movilidad
de Estudiantes Universitarios”. Este nombre fue creado para coincidir en su
honor, con el nombre en latín del filósofo, teólogo y humanista Erasmo de
Rótterdam.
Los Estados miembros de la Unión Europea están adscritos a
este programa de intercambio de estudiantes, al igual que los tres países que
forman parte del Espacio Económico Europeo (Islandia, Liechtenstein y Noruega),
y además existen acuerdos especiales con Suiza y Turquía.
Esta ayuda está destinada a la enseñanza superior y consiste
en otorgar cierta cantidad de dinero, que en el caso de España varía
dependiendo de la Comunidad Autónoma
del solicitante, a estudiantes y profesorado universitario de la Unión Europea, para cursar sus
estudios (diplomaturas, licenciaturas, los actuales grados, másters y
doctorados) en cualquier país del extranjero, en universidades adscritas al
Programa Erasmus.
Su objetivo principal es, según su propia definición,
“mejorar la calidad y fortalecer la dimensión europea de la enseñanza superior
fomentando la cooperación transnacional entre universidades, estimulando la
movilidad en Europa y mejorando la transparencia y el pleno reconocimiento
académico de los estudios y calificaciones en toda la Unión Europea”.
Por otro lado, además de mejorar el sistema de enseñanza
europeo y promover la movilidad de estudiantes entre países, otro de sus fines
es dar la posibilidad a los jóvenes que la disfrutan de salir de casa y conocer
otras culturas distintas, otros países y ciudades que, en algunos casos, sin
esa ayuda económica para algunos resultaría prácticamente imposible.
Esta doble finalidad es la causante de que los jóvenes que
se marchan, no sean exactamente los mismos que vuelven a sus casas meses más tarde.
Normalmente los “ex-erasmus” suelen madurar como individuos, en mayor o menor
medida, después de una experiencia como esta, que implica estar lejos de casa,
de sus familiares, sus amigos y todo lo conocido, enfrentándose a una nueva
ciudad, en un idioma diferente al suyo y con una relativa soledad ante un mundo
nuevo y una cultura en muchos casos extraña.
Es normal que la idea de que la erasmus es una ayuda académica
no convenza a muchas de las personas que no la han solicitado. Causa de esto es
que, incluso los que si lo hicieron, antes de pedirla tampoco tenían una
completa información sobre la beca. De una universidad a otra hay muchas
variaciones en el tratamiento de la ayuda. Básicamente se conoce que dan una
ayuda monetaria, que se aprueban asignaturas “con facilidad” y que se aprenden
idiomas.
Vivencias y opiniones
Hasta este punto, la beca parece bastante institucional e
interesante, pero no hay especificaciones sobre la cantidad de dinero a
recibir, ni el tipo o cantidad de créditos que se pueden convalidar. Todos esos
datos se reciben una vez conseguida la beca. Por el contrario, todo el que la
pide, y los que han oído hablar de ella, saben que es una buena oportunidad
para conocer sitios nuevos, relacionarse con gente de diversas culturas y países,
y para los más despreocupados, es una buena opción para montar fiestas como las
que se ven en las películas al estilo American
Pie.
Los motivos que llevan a los estudiantes a pedir esta ayuda
son muy diversos, cada cual tiene sus prioridades y deseos, pero normalmente
suelen coincidir algunos. La juventud actual es más intrépida que la de
nuestros padres, tienen ganas de salir de casa y ver mundo, a muchos no les
importaría colgarse una mochila y comenzar un camino sin destino fijo, pero el
problema siempre está en el dinero y el tiempo. Sin dinero, no se puede viajar,
comer o comprar cualquier necesidad. Y por otro lado, sin tiempo libre, ya sea
por estudios o trabajo, tampoco se puede viajar. Por esto esta beca es tan
demandada, porque brinda dos cosas difíciles de compaginar. Da una dotación
económica y no rompe la rutina del estudio, por que aunque sea otro país, el
objetivo por el que se marchan es el de estudiar, ¿o no?.
Los jóvenes buscan en el extranjero la libertad que no
suelen tener en casa. Quieren vivir experiencias nuevas, mejorar en los idiomas
y conocer nuevas costumbres y culturas. Vivir en una ciudad a cientos de
kilómetros del hogar les da esa posibilidad, es una forma de probar si son
capaces de valerse por si solos fuera del nido.
Tanto se habla del programa erasmus, que antes de irse ya
tienen una idea preconcebida. En gran parte de las ocasiones es buena, por lo
que suelen contar amigos o familiares que en su día fueron erasmus, pero cuando
vuelven podemos encontrar respuestas como la de Paula después de su experiencia
en Finlandia, “fue mejor de lo que me imaginaba, creo que cuando te lo cuentan
se quedan cortos”, o Sergio, extremeño de nacimiento y lituano de adopción, “no
puede ser explicado con palabras, sólo la gente que estuvo de erasmus entiende
que es lo que se siente”.
Cuando se les pregunta que hay de cierto y que es falso de
lo que se cuenta sobre esta ayuda hay varias versiones para casi todos los
tópicos, pero muchos de ellos coinciden, aunque siempre hay detractores. Para
cubrirse las espaldas, sólo están casi todos los días de fiesta, remarcando ese
“casi” para demostrar que también pueden ser responsables. También es cierto
que estando de erasmus la vida es más relajada, que es una experiencia única e
irrepetible donde se hacen amistades para toda la vida y en la que se practican
idiomas.
Pero por el otro lado, desmienten el mito de que las
asignaturas son fáciles y se aprueba sin asistir a clase. Algunos tienen que
estudiar más que otros dependiendo del país, además de la dificultad de
estudiar y hacer los exámenes en otro idioma. No todos los días son una fiesta,
la distancia con la familia cuesta llevarla. Y en lo que todos coinciden es que
el dinero, y la forma de pagos, no es como se comenta, según dicen, cuando lo
vives es aún peor.
Dejando a un lado las ideas preconcebidas que se suelen
tener, la beca realmente les aporta algo que en casa, o en la universidad que
pisan todos los días, no pueden conseguir. Trabajar con personas de otros países
capacita a nuestros jóvenes para adaptarse con más facilidad a cualquier labor,
los hace más tolerantes o les aporta una perspectiva que antes no tenían. Esta
ayuda es como una prueba, pone barreras que en muchos casos se superan con
creces, como aprender idiomas partiendo desde cero o aprender otras costumbres
y nuevas formas de trabajo al realizar actividades en grupo con personas de
otras nacionalidades.
A pesar de las dificultades que se sufren, ya sea por la
cantidad económica que reciben, por la mala gestión que ellos mismos hagan de
ese dinero o por la mala comunicación entre universidades referente a los
tramites necesarios, siendo estudiantes erasmus han tenido la oportunidad de
viajar a lugares que no se planteaban hace tres años, vivir en el extranjero
con una relativa libertad, mejorar en idiomas y conocer personas de otros
países que se encontraban en su misma situación.
Secuelas Erasmus
Por otro lado, la erasmus a pesar de darles tantas
experiencias buenas, también suele aportar una mala. Esta mala experiencia
suele aparecer al final de su estancia y se la conoce como el “Síndrome
Post-Erasmus” o “Depresión Post-Erasmus”. Volver a casa y reencontrarse con
familiares y amigos después de meses en el extranjero debería ser un motivo de
felicidad. Sin embargo, en muchos de los participantes de esta beca esa
felicidad tarda en llegar debido al cambio radical de vida que sufren en pocos
días.
Este fenómeno no está considerado como una enfermedad,
oficialmente hablando, al igual que el llamado síndrome post-vacacional. Ambos
son un cambio brusco del ritmo de vida, en el caso de la erasmus, se pasa de la
libertad, la fiesta o la amistad continua a un escenario familiar, con
obligaciones universitarias y un entorno de tranquilidad.
Los propios erasmus intuyen y saben identificar más o menos
que síntomas acarrea este cambio brusco, incluso comienzan a hablar de él antes
de volver a casa. Arancha Cueto, ex–erasmus en Francia, lo describe como una
vuelta a la realidad que no queremos después de una vida idílica, o Paula del
Pozo, como la sensación de añoranza de amigos, ciudades o costumbres.
Lo más difícil a la hora de readaptarse a la vida cotidiana
de un “ex–erasmus” es la falta de libertad de la que disfrutaban en el
extranjero, o incluso hablar en español y que los entiendan a la primera, los
primeros meses es algo que choca un poco. Lo más duro son las amistades, gente
con la que se ha convivido durante meses y que posiblemente no se vuelvan a ver
en años. Sergio Álvaro lo compara con unas vacaciones en el Caribe con todo
incluido, cuando se está tan a gusto nadie quiere volver a la realidad.
Readaptación y
Preparación
Aunque añoran todas las experiencias vividas en esos meses,
a sus compañeros de fiestas, anécdotas varias, tanto buenas como malas y los
viajes y países que han conocido; también son conscientes de que la beca les ha
ayudado a madurar personalmente. Los ha hecho crecer como personas, coger
confianza, les ha creado una necesidad sana de seguir conociendo culturas. En
definitiva, les ha hecho conscientes del espíritu de superación que tienen ante
las adversidades y les ha abierto la mente a nuevas oportunidades y
experiencias.
En cuanto al tema de su futuro laboral, algunos consideran
que la beca les ayudará, que les hará destacar en el trabajo por las diversas
aptitudes que han adquirido durante esta etapa de su vida, como puede ser el
dominio de un idioma, o conocer técnicas que se emplean en otros países. Aunque
otros lo ven como un simple adorno en el curriculum, y consideran que en España
no se le da la importancia que esta beca se merece.
Quizá no les sirva para encontrar trabajo o para ayudarles a
ascender, pero lo que si tienen claro es que si fuese necesario, volverían a
salir al extranjero a buscarse la vida. Siempre se pueden buscar trabajos de verano
en el extranjero, y si hay suerte encontrar un trabajo fijo a cientos de
kilómetros de casa.
Lo que está claro es que un proyecto que surgió en un
principio con un fin académico y de acercamiento entre países ha desembocado en
un programa que no sólo forma a los jóvenes con los libros, sino también con
las relaciones personales, las experiencias que viven en el extranjero, buenas
y malas, y las dificultades que superan a lo largo del camino, haciéndolos
crecer como personas y capacitándolas para el mundo que está por venir.
Se suele englobar a colectivos de personas por su ideología
o aficiones, y creo que el colectivo erasmus es un nexo de unión entre todos
estos grupos. De todos los “ex – erasmus” con los que he podido hablar, me ha
llamado mucho la atención una frase que ronda en todo este colectivo erasmus, y
dice algo así como “El que ha sido erasmus, por mucho tiempo que pase, seguirá
sintiéndose como tal”.